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ENFRENTE A SUS GIGANTES. Max Lucado

La tragedia de Uza nos enseña que Dios llega según sus propios términos. Sólo los sacerdotes podían estar cerca de ella, el arca podía ser levantada solo con palos de acacia.


Lo santo se convierte en rutina. Lo sagrado en secundario. Entonces cambia las órdenes que le convienen y utiliza una carreta en lugar de palos y bueyes en lugar de sacerdotes. No vemos la obediencia ni sacrificio. Vemos conveniencia.


La imagen de Uza muerto nos envía un serio y escalofriante aviso. No se relaje ante lo sagrado. Dios se hace presente, imagínese. Pero viene en sus propios términos. Viene cuando se siguen las instrucciones con cuidado, cuando los corazones están limpios y se ha realizado la confesión.


David no bailó sobre Goliat, nunca se paseo entre los filisteos, nunca inauguró su periodo como rey con un vals o se consagró a Jerusalén en un salón de baile. Pero cuando Dios llegó a la ciudad, no pudo siquiera sentarse. ¿Cuánto hace que desenrollamos la alfombra y celebramos por eso?


¿Qué recordó David que nosotros olvidamos?

El regalo de Dios es su presencia.


Uza tenía la visión de un dios pequeño, que cabía en la caja y necesitaba ayuda con su balanceo. Por ese motivo no estaba preparado para Él. No se purificó para encontrarse con lo sagrado; no ofreció sacrificios (arrepentimiento y obediencia). Él busca reverencia, obediencia y a los corazones que están hambrientos de Dios.


Max Lucado.


ESCOGIDOS POR DIOS. R.C. Sprou