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La batalla de cada mujer. Shannon Ethridge

Una vez que nos conectamos a la fuente suprema de poder y descubrimos el verdadero poder del dominio propio recuperamos la autoridad que una vez Eva le entregó a Satanás (1 Jn 4:4). El Espíritu Santo es más poderoso que el que está en el mundo (Satanás).


¿Qué hacemos en realidad para recuperar esta autoridad? Debemos entender quiénes somos en verdad gracias a la muerte de Cristo a fin de liberarnos de la ley del pecado y de la muerte.

La manera en que nos vemos afecta nuestra vida y las decisiones que tomamos. Si nos vemos débiles, tentados fuera de todo control o necesitados, así nos comportaremos. Y, si esto es lo que creemos y así nos comportamos, la muerte de Cristo en la cruz fué en vano. Él murió para que su Espíritu Santo llenara nuestro vacío, sanara nuestro corazón y satisfaciera todas nuestras necesidades.

Humanismo y Leyes Absurdas