"Como cristianos, es crucial considerar el propósito que nuestro trabajo tiene en el mundo. No deberíamos elegir empleos ni llevarlos a cabo simplemente para nuestra satisfacción personal, acumulación de riqueza o búsqueda de poder. Más bien, debemos ver el trabajo como una oportunidad para servir a Dios y a nuestro prójimo.
Aprender a integrar nuestra fe con nuestro trabajo implica cambiar nuestra perspectiva. En lugar de preguntarnos "¿Cuál trabajo me haría ganar más dinero y me daría el mejor estatus?" deberíamos reflexionar "¿Cómo, con mis capacidades y oportunidades existentes, puedo ofrecer más ayuda a otras personas, al saber que lo que hago es la voluntad de Dios y que satisface la necesidad humana?".
Si nuestro objetivo principal en el trabajo es auto-servirnos y exaltarnos, corremos el riesgo de centrarnos más en nosotros mismos que en su propósito genuino. En cambio, cuando vemos nuestro trabajo como un medio para servir y honrar algo más grande que nosotros mismos, encontramos una razón significativa para utilizar nuestros talentos, vocación y carácter empresarial"
Tim Keller, Toda buena obra, capítulo 4: EI trabajo como servicio.
Oremos por la paz y la prosperidad de la Ciudad de México